Las opiniones de Antonio Mancera
UN PILAR DISTINTO Y UNA HISTORIA REAL
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- Categoría padre: Mis cosas
- Categoría: Mis opiniones
- Publicado el Lunes, 12 Octubre 2020 11:54
- Escrito por Antonio Mancera
Amaneció el día soleado, como si el propio cielo supiese que aquella no iba a ser una Patrona más, como si quisiese que aquel día del Pilar, duro y triste, fuese un poco mejor.
Se despertó temprano, como cada día, pero hoy le costó un poco más levantarse, sus pensamientos, sus sentimientos, le llevaban a sus recuerdos, a los recuerdos de aquellas otras Patronas que durante toda su vida había celebrado..., siempre acompañado de los suyos, familia y compañeros, y desde hacía ya más de 35 años acompañado de ella, de su compañera, de su amiga, de su primer amor, de su esposa.
Ella había asumido como propia su Patrona cuando se casaron, la devoción que ambos sentían desde entonces por la Virgen del Pilar había ido creciendo en sus corazones con el paso del tiempo y con la llegada de sus hijos, siempre habían acudido juntos a acompañar a María, a su Madre, a la Madre de todos en este día tan especial por lo que significaba para ellos, se casaron en octubre por hacerlo en el mes del Pilar, y cada año en familia habían pedido a su Patrona que les arropase bajo su manto, que les cuidase, este año iba a ser distinto, más duro y más triste, la Virgen había querido que ella estuviese a su lado y tres meses antes la llamó a su presencia.
Al final se levantó, había que afrontar el día como fuese, así lo hubiese querido ella, y aunque en un principio no iba a ir a Misa, a aquella Misa especial para ellos, sus hijos le convencieron, y aunque a ellos les dijo que lo haría pero sin uniforme, preparó su uniforme para comparecer con él ante aquella imagen del Pilar de su Parroquia, que ambos tanto veneraban y querían, así se lo había prometido a la Virgen en aquel hospital cuando 37 años antes lograron salvarle la pierna tras el accidente en acto de servicio que sufrió, no quería incumplir una promesa, y aunque tras la partida de ella aquella fatídica noche de julio había perdido un poco la fe, sabía que ella nunca le hubiese perdonado que incumpliese esa promesa, él tampoco se hubiese perdonado hacerlo, por la Institución a la que quería, por ella a la que llevaba en el corazón y que se sentía orgullosa de ese uniforme y de esa gran familia que la acogió hace 35 años cuando se casaron, como una más, y por su Patrona a la que a pesar de todo veneraba.
Después de tomar su café de cada mañana, solo en su pequeña cocina que a él se le hizo inmensa de repente hace tres meses, se dirigió a recoger las flores que en un día tan especial como aquel quería llevarle a ella, las que juntos cada año ofrecían a su Patrona ya las había acercado a la Iglesia la tarde anterior, este año le tocó hacerlo solo, pero a ella quería llevárselas precisamente este día.
Con las flores volvió a casa y se puso el uniforme, como cada año desde que ingresó en el Cuerpo hacía, y fue a llevárselas, y así de uniforme se presentó ante ella, y a sus pies depositó las flores, en ese momento un haz de luz atravesó una pequeña nube que lo ocultaba, iluminando aquella zona del cementerio, las lágrimas que había intentado retener desde que despertó fluyeron de golpe, sabía que desde el cielo ella se sentía tan orgullosa como cada Patrona pasada, y allí junto a ella, acompañado de sus hijos comenzó a llorar por primera vez ese día.
Desde allí los tres juntos, se dirigieron hacia la Iglesia, al llegar buscaron un lugar donde sentarse, lejos de aquellos bancos reservados para los guardias civiles, tal como cada año desde hacía ya nueve, justo cuando llegó el nuevo sargento al pueblo y dejó de ser invitado a los actos del Pilar, y allí sentado recordó que al principio le molestó aquello, pero ella siempre le había dicho que lo importante era la Virgen, su Patrona, lo que significaba para ellos, para su familia, y recordó lo que un año le dijo, “algunos no entienden todavía que este día es especial por lo que representa, una fiesta sí, la fiesta del compañerismo y no tanto la fiesta de los egos personales, algunos no entienden todavía que este día es el día de todos los guardias civiles y de sus familias, algunos no entienden que este día va de devoción, de respeto, de recuerdo de los compañeros que se fueron, de familia, la nuestra y la de la Guardia Civil, algunos no entienden que con o sin invitación es nuestra fiesta y la celebraremos le guste o no...”, ella conocía la historia de la Institución y sabía lo que otros ignoran, que es y que representa esta celebración y esta Institución, era así, tan guardia civil, tan orgullosa de pertenecer al Cuerpo como la que más, como lo son la mayoría de las esposas y maridos de nuestros guardias, como lo son sus familias. Y allí, un año más. frente a su Patrona, alejado de aquellos guardias civiles de su pueblo que ni siquiera el día del fallecimiento de ella se acercaron a darle el pésame, que hoy le miraron con indiferencia y desdén cuando pasaban a su lado, como cada año desde hacia ya nueve, sintió la paz que ella le trasmitía, la recordó como era, alegre, optimista, sonriendo siempre, deslumbrante el día del Pilar, orgullosa de su Guardia Civil y de los guardias civiles, incluso de aquellos guardias civiles de su pueblo que menospreciaban a su familia cada año.
Sentimientos y pensamientos se sucedían de forma que en ocasiones se le encogía el corazón y tenía que hacer fuerza para no llorar, y así allí sentado frente a aquella imagen que tanto veneraban, junto a sus hijos, ante su Patrona, la de su familia, la de su Guardia Civil, que en este día se mostraba deslumbrante, a él le pareció que más que otros años, junto a la Bandera de España, rodeada de flores rojas, blancas y amarillas, esplendorosa, comprobó con un sentimiento contradictorio de tristeza y alegría contenida cómo su Virgen del Pilar había reunido de nuevo a toda la familia en el que era su día, y apretando las manos de sus hijos, uno a cada lado, sintió que ella estaba allí, junto a su Virgen, junto a ellos, orgullosa, mirándoles desde el cielo, y vio allí sentado frente a Patrona, pasar las imágenes de su boda, de uniforme, de todas y cada una de las Patronas que había celebrado junto a ella, recordó a sus antiguos compañeros, rememoró sus años de servicio, de compañeros que se fueron y de aquellos que cada año le felicitaban, miró a los lados y se vio rodeado de sus hijos, de su familia, y la recordó una vez más orgullosa como siempre, y frente a ellos la Virgen del Pilar, su Patrona, esplendorosa, a él le pareció que lucía más bonita que otros años y miró al cielo intentando traspasar el techo de aquella Iglesia que ella visitaba con frecuencia, para ver aquel cielo que especialmente este día aparecía brillante, luminoso, y escuchó las palabras que el párroco, preocupado por el dolor de su familia desde que ella les dejó, les dirigía, emocionado también, la conocía y sabía que ella era una mujer con un corazón de oro, buena, preocupada, colaboradora y dispuesta a ayudar, y una lágrima que ya no pudo reprimir comenzó a rodar por su mejilla, sus hijos le miraron, le apretaron con cariño sus manos, y entonces entendieron sin hablar, que ella, su esposa, su madre, estaba allí junto a ellos, sonriendo y feliz, celebrando un año más, como ella siempre quería, su Patrona.
NOTA DEL AUTOR.- Este relato es un relato real, contado por uno de sus protagonistas, sus nombres no son ficticios ya que se trata de Antonio y María Jesús, él guardia civil retirado, nuestro director, ella su esposa, fallecida recientemente y orgullosa de lo que representa el uniforme que luce nuestro compañero, y si alguien se da por aludido en esta historia real, ocurrida en el pueblo de Lillo (Toledo), es precisamente, porque se le ha aludido.
ANTONIO MANCERA CARDENAS
Himno Guardia Civil