"El honor y la lealtad están tan íntimamente arraigados en este benemérito cuerpo, que hace de estos sentimientos una estrecha religión: es que el Cuerpo de la Guardia Civil se creería suicidado si faltase a los deberes que la lealtad le impone, porque heriría de muerte el principio cardinal de su existencia ....Por esto los Gobiernos han vuelto siempre los ojos con confianza hacia este distinguido Cuerpo, y los ciudadanos honrados han creído en todas las ocasiones asegurada su protección personal en presencia de sus individuos... Para conjurar, pues, los males de la Patria en circunstancias tan azarosas como las que atravesamos, y atajar principalmente en su camino a las huestes del Pretendiente, se hacen necesario el aumentar la fuerza de la Guardia Civil..."