Un romance de 1851 del poeta bilbaíno Antonio Trueba la Quintana, tal vez el primero dedicado a nuestra Guardia Civil.
¡Feliz el pueblo que puede
dormir en la confianza
de que hay un ángel custodio
que le cubre con sus alas!
Ya reduzcan a cenizas
los edificios las llamas,
ya la corriente del río
las poblaciones invada,
ya el infeliz trajinero
se hunda en simas
o barrancas,
ya carezca el caminante
de alimentos o posada,
ya asalten los malhechores
camino, heredad o casa,
ya el puñal del asesino
atente a la vida humana,
siempre la Guardia Civil,
cual la paloma del Arca,
en medio del cataclismo
es anuncio de esperanza,
y por eso en todas partes
bendiciones la acompañan;
por eso Dios la protege
cuando al peligro se lanza,
por eso la canto yo
con el corazón y el alma.
Yo no temo a los ladrones
si civiles me acompañan.
Viva la Guardia Civil,
porque es la gloria de España